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Explicación monetarista


Los monetaristas, entre ellos Milton Friedman y el actual presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Ben Bernanke, sostienen que la Gran Depresión fue causada por la contracción monetaria, consecuencia de las malas políticas de la Reserva Federal y la continua crisis en el sistema bancario. Bajo este punto de vista, la Reserva Federal, al no actuar, permitió que la liquidez se redujera en un tercio desde 1929 a 1933. Friedman argumentó que el giro a la baja de la economía, que comenzó con el crash bursátil de 1929, hubiera sido simplemente otra recesión más de no darse estos condicionantes.


El problema fue que algunos bancos grandes y públicos fueron a la quiebra, en particular el Banco de Nueva York, lo que produjo un pánico generalizado que se extendió a los bancos locales, mientras la Reserva Federal se quedaba de brazos cruzados. Friedman afirmaba que, si la Reserva Federal hubiera proporcionado préstamos de emergencia a estos bancos, o simplemente hubiera comprado bonos estatales en el mercado abierto, para proporcionar liquidez y aumentar la cantidad de dinero, después de que cayeran bancos importantes, el resto de los bancos no habrían caído, y la liquidez no habría disminuido tan rápido como lo hizo. Con mucho menos dinero para todo, los empresarios no podían obtener nuevos préstamos y ni siquiera podían obtener la renovación de préstamos antiguos, obligando a muchos a dejar de invertir. Esta interpretación culpa a la Reserva Federal por inacción, especialmente en la sucursal de Nueva York.

Una de las razones por las que la Reserva Federal no actuó para limitar la disminución de liquidez fue el Reglamento. En ese momento, el importe de crédito que la Reserva Federal podía manejar se encontraba limitado por las leyes, que requerían el respaldo parcial en oro de ese crédito. A finales de los años 20, la Reserva Federal había llegado casi al límite permisible de crédito que podía ser respaldado por el oro en su poder. Ya que una "promesa de oro" no es tan buena como el "oro en mano", cuando se produjo el pánico bancario una porción de los billetes fueron canjeados por oro de la Reserva Federal. Dado que la Reserva Federal había llegado a su límite de crédito permitido, cualquier reducción de oro en sus reservas debía ir acompañada de una mayor reducción en el crédito. Varios años, durante la Gran Depresión, la propiedad privada de oro fue declarada ilegal, reduciéndose así la presión sobre el oro de la Reserva Federal.