Contenidos

Sitios relacionados


Efectos de la deuda


La deuda se considera una de las causas de la Gran Depresión, en particular en los Estados Unidos. Algunos macroeconomistas como Ben Bernanke, el actual presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, han reavivado el punto de vista que centra las causas de la Gran Depresión en la deuda-deflación. Esta teoría fue elaborada originalmente por Arthur Cecil Pigou e Irving Fisher.

En la década de los 20, los consumidores y las empresas utilizaban créditos baratos para comprar bienes de consumo como automóviles y muebles. Los empresarios, a su vez, invertían más capital para aumentar la producción.


Este crecimiento era sólido a corto plazo, pero se basaba en la deuda comercial de los consumidores. Las personas y las empresas que estaban profundamente endeudadas empezaron a tener problemas cuando se produjo una deflación de precios y la demanda de productos disminuyó. Muchos redujeron drásticamente los gastos corrientes para mantener sus pagos durante un tiempo, reduciéndose así aún más la demanda de nuevos productos. Las empresas comenzaron a quebrar cuando la demanda de la construcción y de los productos de las fábricas cayó en picado.

Esta situación produjo despidos masivos, por lo que en Estados Unidos la tasa de desempleo alcanzó el 25% en 1933. Los bancos que habían financiado la deuda comenzaron a tener problemas de morosidad, y al cundir el pánico los depositantes empezaron a retirar sus depósitos en masa provocando múltiples quiebras bancarias. Las garantías del gobierno y las regulaciones bancarias de la Reserva Federal para prevenir el pánico fueron ineficaces. Las quiebras bancarias provocaron la pérdida de millardos de dólares en activos. Las deudas pendientes de pago se convirtieron en enormes, porque los precios y los ingresos disminuyeron en un 20-50%, pero las deudas se mantuvieron en el mismo monto en dólares. Tras el pánico de 1929, y durante los primeros diez meses de 1930, quebraron 744 bancos de Estados Unidos. En total, 9000 quiebras bancarias durante la década de los 30. Para 1933, los depositantes habían perdido 140 millardos de dólares en depósitos.

Las quiebras bancarias produjeron una bola de nieve cuando los banqueros desesperados pidieron los préstamos que los prestatarios no tenían tiempo o dinero para pagar. Al no verse posibilidades de beneficio, la inversión de capital y la construcción se hicieron más lentas o cesaron completamente. Ante los préstamos incobrables y el empeoramiento de las perspectivas de futuro, los bancos supervivientes se hicieron aún más conservadores en sus préstamos. Los bancos acumulaban reservas de capital y concedían menos préstamos, lo que intensificó la presión deflacionista. Se desarrolló un círculo vicioso y la espiral descendente se aceleró. Este tipo de proceso de auto-agravación pudo haber sido el responsable de convertir la recesión de 1930 en una gran depresión.